Pues por las hierbas, mientras la nueva novia […]deambula, muere al recibir en el tobillo el diente de una serpiente.[…]Entonces por primera vez con sus lágrimas, vencidas por esa canción, tampoco la regia esposa puede sostener, ni el que gobierna las profundidades, decir que no a esos ruegos…
La dejaron a ella[…] con él, junto con la condición, de que no gire atrás sus ojos hasta que los valles haya dejado o defraudados sus dones han de ser.
Se coge cuesta arriba por los mudos silencios un sendero,
[…] y no mucho distaban de la margen de la suprema tierra.
Aquí, que no abandonara ella temiendo y ávido de verla,
giró el amante sus ojos, y en seguida ella se volvió a bajar de nuevo,[…]
Y ya por segunda vez muriendo no hubo, de su esposo,
de qué quejarse, pues de qué se quejara, sino de haber sido amada,
y su supremo adiós…
Este personaje, sobre todo en lo referente a cómo acabó, me recuerda bastante a aquel que aparecía en las aventuras de Asterix y Obelix, Asuracenturix , un poeta y cantante que estaba convencido de que era un gran artista, aunque las expresiones de su arte causaban pavor. Inevitablemente acababa siempre amordazado en cada celebración para evitar que, acompañado de su inseparable lira (instrumento éste propio de Orfeo) prodigue su arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario